2.Jorge Drexler o el baile como creencia
"La obligación de la música para conmigo es zambullirme en un vértigo de puras sensaciones, que me haga olvidar la parte más aburrida de mí mismo...de este modo, me permita pensar con claridad en las fantasías (generalmente eróticas y siempre con mi esposa en el papel estelar)"1
Los cuadernos de don Rigoberto (1997), Mario Vargas Llosa.
Los cuadernos de don Rigoberto (1997), Mario Vargas Llosa.
El Arlequín buscaba una excusa para bailar. Un fundamento para sus más irracionales actos y poder extrapolarlo como una creencia, una idea irrefutable. Nos dimos de cara contra el disco "Bailar en la cueva"(2014) del conocidísimo Jorge Drexler que pasó a llenar parte de este anhelo que buscábamos, perfilándose como un pequeño panfleto en pro de una alegoría por el baile, por la danza como el logos primordial de un ethos olvidado. Un ethos ontológico y ahora repudiado. Uno que podría destronar al becerro de oro2 del conocimiento tan vigente por estos días. En el disco, Drexler parece haber expuesto la idea del baile como un contendor válido en contra del pensamiento y su idolatría. Pregunté entonces al Arlequín: ¿Cómo se transforma algo tan irracional como el baile, en algo perfectamente articulable racionalmente como una creencia? Él intentó enseñarme alguno de los pasos de este perseguidor danzante.
"Bailar en la cueva"(2014) encierra primero, un concepto del baile anclado en un interesante diálogo: lo tribal y lo tecnológico. Las composiciones tienen como eje, por una parte, esos ritmos atávicos que, al ser articulados, es imposible no entregarse a la tribalidad. Ritmos con cueros, semillas, pieles y metales que arrastran marchas energéticas. Por otro lado, las canciones también no están exceptas de múltiples efectos, sonidos, samples y patrones electrónicos. Esto hace que el sonido resultante se sienta como una conversación, un diálogo. Un baile provisto de dos máscaras: ritmos primitivos y efectos modernos. De esta manera, uno transita en ese ethos ancestral del baile compartido por todas las culturas, mientras que también habita la circunstancia actual manifestada por la electrónica, logrando así, que "Bailar en la cueva"(2014) sea un lugar donde se encuentran dos mundos: lo permanente y lo transitorio. Un vínculo ontológico y una relación circunstancial.
Ineludible también es el hecho de que ahora las letras son mucho más sintéticas que antes. Tal vez este elemento, ayude a afianzar una canción desde lo lúdico antes que desde lo intelectual. Además, es imposbile no mencionar las destacadísimas colaboraciones de Caetano Veloso, Li Saumet y Ana Tijoux que proveen de libertad rítmica, tímbrica y de una exquisita articulación a la hora de cantar que agrega colores insuales en la música del cantautor.
Demás está decir también que desde Amar la Trama(2010) Drexler se lanzó con los arreglos de vientos y este trabajo no es la excepción. Empero, no es hasta este disco, en que los aerófonos respiran de una manera más adecuada: la del baile. Ahora la sección de bronces parece tener más energía, pulcritud e incluso musicalidad.
Sopresiva es la apertura con la festiva Bailar en la cueva y la exhibición del pequeño folletín de su gran manifiesto. Una semilla que contiene en potencia, a todo el árbol. Su capítulo 62 de Rayuela3. Le sucede el magistral texto y sonoridad de Bolivia, donde uno parece escuchar el ruido de un metal oxidado que se arrastra, como si se transfigurara un sonido en una escena. En esa crónica de sus antepasados. Luego, la pegadiza forma de rendirle homenaje a Simón Díaz en La luna de Rasquí hacen sin duda funcionar la premisa: cerrar el juicio.
En una breve pausa, el vals circense de Todo cae que ejemplifica el recurrente enaltecimiento hacia la ley de la causa y el efecto que tiene Drexler; esta vez, bajo el disfraz del juego y el humor. Posteriormente, el presentísimo elemento del juego en Esfera, resquebrajando incluso esa insistente crítica que pueda hacer cualquier persona basada en la comparación de los trabajos anteriores del compositor.
Llama la atención también, la creatividad de La plegaria del paparazzo donde se desgrana la idea de caricaturizar al mundo del morbo. Una oración que ruega que no deje de existir la caroña que es el alimento imprescindible de la prensa. Finalmente, como último párrafo de su manifiesto, la intimidad de Organdí en la que se hace presente lo que hemos venido escuchando tradicionalmente en el músico: aquella búsqueda por el secreto, la nostalgia y la literatura.
Y así, dándole rienda suelta a la fantasía, este disco es una página del diario confesional de aquel que mantuvo toda su vida una herencia intelectual cargando su espalda anhelando alcanzar un gramo de espontaneidad. Y, cansado de este juego, cual Ícaro4, consiguió inventarse unas hermosas alas de cera con las que tocar el sol de la irracionalidad, del juego, de la fantasía.
De esta forma, juguetonamente, "Bailar en la cueva"(2014) logra provocar el efecto contrario: en lugar de hacerte bailar, te hace pensar. Creer en la idea de que es posible y estrictamente necesario volver a enaltecer las ideas de todo lo referente a la danza. Derrocar al becerro de oro de lo racional, del juicio, -¿de la conciencia?-. En otras palabras, ahora todos aquellos hijos de Dédalo, -entre los que me incluyo- tienen un profundo sentido por el cual justificar y fomentar sus acciones dionisíacas. Han encontrado en estas canciones, una nueva creencia.
Coloco la música a buen volumen y me lanzo en picada con el cuerpo. Me hago una promesa a mí mismo: declaro que de ahora en adelante voy a dedicarme más tiempo a mejorar mis pasos. El Arlequín sigue enredado en su danza y no se hace responsable de lo que vaya a suceder con la promesa.
NOTAS
1. De la sección titulada "Carta al lector de Playboy o tratado mínimo de estética".
2.Mito bíblico referente a la idolatría de dioses artificiales.
3. Novela de Julio Cortázar. El capítulo 62 expone la posibilidad de crear otro libro a partir de ese simple capítulo; cosa que el autor logra en otra novela titulada "62, modelo para armar".
4. Mito griego.